Jorge nos cautivó en cuanto le conocimos, en aquellas ruinas abandonadas de Horgos, muy próximo a la frontera con Hungría. Su sonrisa afable y mirada bondadosa, despertaron en nosotros una sensación irremediable de “hogar”, de familia.
Juntos, hemos bailado, mirado las estrellas, temblado de frío..soñado..
Pero también hemos vivido el miedo. El miedo a no llegar a un nuevo día, el miedo a las palizas y a ser detenido y deportado. El miedo a no poder más.
Nuestro querido amigo cubano, lucha cada día como un gran ser humano.
Una historia única, como las de los cientos de jóvenes que, como él, se encuentran atrapados en Serbia. Las organizaciones que trabajamos en el terreno, tenemos el privilegio y el honor de compartir vida y momentos con héroes como Jorge.
Un día más en Subótica..vamos allá!!
Escuela Con Alma
Proyecto Dragonfly